viernes, 11 de marzo de 2011

Ángeles - La Pluma de Miguel


Una vez que todos fuimos creados con los atributos necesarios para ser ángeles, el Creador nos puso a su servicio en un trabajo que, desde mi punto de vista, tiene menos ventajas que desventajas: tiempo completo en movimiento, horas extra no remuneradas y no existen ni los fines de semana ni los feriados. Nuestras obligaciones, sobre todo después del sexto día de la creación, apenas nos dan un poco de tiempo libre para las diversiones angelicales.

Cuando me pongo a pensar en lo que los ángeles hacemos, no termino nunca con la lista. Presidimos los movimientos de los planetas y las manifestaciones atmosféricas, gobernamos el destino de las naciones, vigilamos el funcionamiento de la naturaleza y garantizamos sus leyes, obramos milagros sobre la Tierra, ayudamos al hombre en la búsqueda de la verdad, etc.,etc., etc. Además participamos en sus penas y alegrías, así también como en las revueltas y en todos los líos en los que se meten. ¡Porque hay que ver a esos hombres! ¡Es que se buscan cada problema! Si desde que ellos existen nuestro trabajo se ha triplicado.

Un mortal de nombre Agustín, dijo una vez algo que es muy cierto: "Cada cosa visible en este mundo está al cuidado de un ángel". Y yo digo que no hay yerba sobre la Tierra que no tenga su ángel guardián en el Cielo. Nosotros le servimos al hombre como consejeros, guías, jueces, intérpretes, cocineros, acompañantes, guardianes y, muchas veces, hasta le buscamos pareja.

En varias ocasiones hemos librado batallas, alimentado a los profetas, anunciando buenas y malas noticias...¡En fin! No obstante, he escuchado a varios hombres quejarse de un mal servicio. Que si los ángeles nunca aparecen cuando deben, que si mi Ángel de la Guarda no sé dónde estaba cuando me pasó esto, que si dicen que Rafael es acompañante de viajeros y yo ando perdido, que si he sido tentado y dónde estaba Miguel, etc. Lamentablemente no existe un libro de quejas para ángeles en el Cielo y menos podemos renunciar al cargo.

Fragmento de: La Pluma de Miguel - Isabel Mesa

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